LAS CONFUSAS RELIGIONES
“Ek-klesía”, palabra de dónde proviene nuestro “iglesia” en griego quiere decir “los llamados”, “la asamblea o congregación” (“klesía”), “afuera” (“ek-”). Afuera de dónde? De la vana manera de vivir. Aún así la triste historia hace cambiar muchas connotaciones, originariamente positivas y vitales, en términos vetustos de connotaciones dogmáticas y “aburridamente” religiosas.
La iglesia es el Cuerpo Místico del cual Jesucristo es la cabeza. El Cuerpo Místico es invisible a los ojos humanos, sólo el mismo Dios los conoce a todos; es como una organización clandestina en la sombra, en un mundo torturado dónde Satanás reina (“el príncipe de este mundo” según Jesús). La Iglesia de verdad, no sectaria ni simplemente institucional, no denominacional ni prostituída por el contacto con la corrupción del mundo, es la organización secreta de Dios para hacer el bien para su Gloria. Puede haber en este Cuerpo Místico toda clase de gente, la que quizás menos lo esperamos. No podemos confundir, como muchos interesados jefes religiosos querrían, este Cuerpo Místico invisible con las ostentosamente visibles instituciones religiosas humanas autoproclamadas como “iglesias”, las cuales se equivocan simplemente porque son humanas, tienen intereses creados y a menudo desconocen o desobedecen la voz del Espíritu. Cualquiera puede entrar o afiliarse a una institución religiosa, cualquier hijo de Satanás puede hacerlo y crear grandes confusiones y chantajes. En las instituciones humanas dichas “iglesias” conviven caóticamente ovejas y cabras, como en todas partes, unas mejor y otras peor, pero ninguna que sea perfecta.
Por el contrario, el Cuerpo Místico son los redimidos de toda raza, lengua y nación. El Señor los conoce y ellos conocen Su Voz. El Cuerpo Místico es comunión de quienes creen en el Señor porque han buscado misericordia y la han transmitido (es significativo que, cuando Hitler subió al poder, pretendió eliminar de las Biblias toda referencia a la misericordia). Los redimidos se han dado cuenta puesto que amar a este mundo es una pesada vanidad, una pasión inútil, miseria espiritual y aflicción de espíritu; aun así, no por esto se han desalentado ni han caído en la indolencia.
El hombre suele tener malos “puntos”: demasiadas veces ha participado en luchas por el poder dentro de organismos religiosos humanos, y ha acabado a menudo queriendo enjaular el Espíritu Santo soberano con etiquetas, denominaciones, cuadriculaciones doctrinarias, sectas, religiones de Estado y otros opios. Ha nombrado cargos, títulos, honores, jugando con peligrosas casuísticas que han hecho acrecentar las injusticias, las rutinas y tradiciones a expensas de la Palabra y del fresco Espíritu del Señor en la tierra.
Al hablar así, hablamos a sordos y nos leerán atentamente gente de excelente oído, como suele pasar en tantos temas importantes.
Pero dice Isaías 35 que el desierto florecerá y los sordos oirán… Cierto que los malos pagadores, con el pretexto del Más Allà, han escogido las ganancias y honores del Más Acá. ¿De qué nos extrañamos? Pero el cielo empieza en la tierra a través del Reino de Dios, de las Bienaventuranzas. “El Reino de Dios está entre vosotros”, repetía Tolstoy a los pobres y no-violentos. “No me interesan la temperatura del infierno ni el mobiliario del cielo, sino lo que hacen la gente aquí en la tierra” (Martin Luther King, pastor bautista por los derechos civiles de las minorías). No se trata de una religión de muerte, de simples consuelos de ultratumba como excusa de legitimar las atrocidades y escándalos en esta vida, sino de la gloria del Reino de Dios visible entre sus hijos, ya en este mundo. “Hagase la Voluntad de Dios en la Tierra, tal y como ya se cumple en el cielo”, dice el Padre Nuestro. Y debe ser hecha a través de los creyentes. “En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto” (Juan 15:8). ¿Por qué dejar que se engañe tanto la gente? ¿Por qué más excusas? ¿Por qué tanta religiosidad en falso? ¿Por qué más opio en un mundo sin corazón? “Y el yugo se pudrirá debido a la unción” (espiritual) (Isaías 10:27). “El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará” (Daniel 11:23). “Jesús el Ungido…, nos ha sido hecho, por Dios, sabiduría” (Corintios 1.30). Jesús fue obrero artesano, predicador sin salario, de un nación ocupada militarmente por el imperialismo de la época, perseguido por el alto clero de la religión del Rey-títere (Herodes), fue refugiado “político” en Egipto (a pesar de ser sólo un menor el rey esbirro de los romanos había intentado asesinarlo porque suponía que subvertiria su poder), calumniado, torturado y crucificado públicamente. “El Calvario es un telescopio a través del cual divisamos el basto panorama de la eternidad y vemos el amor de Dios irrumpir dentro de la Historia humana”, dijo M. L. King en uno de sus sermones.
Dios se hizo hombre entre oprimidos, y los jerarcas religiosos indujeron el Imperio a asesinarlo (esto quiere decir que los propios dirigentes judíos eran todavía peores, más maliciosos, que los ocupantes).
Toda esta historia es fácil de comprender para los vencidos…si buscan justicia de todo corazón. El Calvario es la solidaridad de Dios con el hombre. Entre tantos y tantos “dioses” es el único que pasó por el tubo, Creador hecho criatura. Más allá de las ideologías que dicen que quieren cambiar el mundo o la sociedad –corruptas por naturaleza, y sólo parcialmente cambiables desde un profundo cambio de las raíces espirituales… El placer o la religión son superficiales. El gozo y el Espíritu son profundos, revulsivos, libres y insondables. Más allá de las risibles y frívolas superficialidades humanistas (ingenuamente, cómodamente antropocéntricas y demagógicamente triomfalistas) sólo queda el Camino, Cristo, una transfiguración más allá de la mente racionalista (que no racional). “Cantaba el pájaro en el vergel de su Amado. Vino el Amigo, quien dijo al pájaro: -Si no nos entendemos por el lenguaje, entendámonos por Amor; porque en tu canto se presenta a mis ojos mi Amado” (Ramon Llull). La fe dice lo que no llega a decir la razón, sin desdecir lo contrario. “Creo para comprender, y comprendo para creer mejor”. “Si la cosa creída es increíble, también es increíble que lo increíble pueda ser creído” (Agustin de Hipona). Cuando la fe se hace ciega y fanática, se suicida, pues se vuelve flor del mal y opio religioso. “La fe es una función del corazón y debe mantenerse con la razón. La una y la otra no se contradicen, como muchos creen. Cuanto más intensa es la fe, más aguda es la razón. Cuando la fe se vuelve ciega, muere” (Mahatma Gandhi) “Lo contrario de la fe no es la razón, sino la superstición” (Vittorio Messori). “La ciencia sin religión está coja. La religión sin la ciencia es ciega” “La mística es la fuente de cualquier ciencia de verdad” (Albert Einstein)
Los pueblos expansivos que van a la victoria tienen fe, la razón les viene contrapesada y refrescada por el fe: la fe no contradice la razón, sinó que le da alas y futuro, capacidad de expresión y de emoción; igual como la razón es una útil herramienta por comprender la realidad.
Sin la energía y el coraje de la fe, la razón sola se ha demostrado repetidamente obtusa, inútil y estéril.
En realidad sólo tenemos permiso para ser fanáticos…del amor. “Cuando hay amor, la acción es siempre correcta, en todas las circunstancias. Y cuando existe esta calidad del amor, hay compasión. La compasión implica pasión por todo” (Krishnamurti, 1895-1986).