LA PROPORCIÓN BÍBLICA
“El verdadero arrepentimiento es una reversión de las medidas. Enmedio se encuentra Dios. Si esta carencia de sentido de la proporción no es corregido dentro de una alma, el hecho que se haya dejado de ser ateo para hacerse religioso, no ayuda demasiado. El alma continuará ocupándose de trivialidades, con una diferencia: que ahora serán trivialidades religiosas. El objeto que miras con ojos miopes será distinto, pero tus ojos continuarán siendo miopes…Según Efesios, el papel del pastor no es hacer sermones, sino hacer santos. Los predicadores se encuentran más expuestos a la palabrería. Para los fariseos, Jesús era un pecador que incumplía el Sabbath. Esto era lo único que podían llegar a pensar. Olvidaban todas las buenas obras y las enseñanzas de Jesús. La palabra obispo originariamente quería decir pastor principal, el más adelantado en la fe, el hombre que daba su vida por las ovejas en tiempos de persecución. Ahora, en cambio, es alguien con ciertos conocimientos académicos, escogido por hombres que a menudo ellos mismos ni son hijos de Dios. Todavía antes de mi arresto, todos nuestros obispos ortodoxos, excepto uno, habían claudicado frente a las acusaciones del régimen comunista. El obispo reformado hizo igual. Ahora alaban el sistema y denuncian a sus ovejas…Quienes pensaron esos sistemas teológicos y los escribieron en tan perfecto orden, ¿llevaron alguna vez la cruz? Nadie puede pensar sistemáticamente cuando tiene un fuerte dolor de muelas. Si se está crucificado con Cristo, ¿cómo uno puede pensar sistemáticamente?” (Richard Wurmbrand, pastor protestante de lengua alemana, 1909-2001, pasó 14 años en prisiones de aislamiento en Rumanía).
En la proporción está la prueba de lo que es benintencionado o de lo que es manipulación.
Proporcionalidad es (sentido de) Justicia y de objectividad. La falta de matización y de proporción lleva fatalmente al fanatismo y a la ceguera.
Veamos unos cuántos ejemplos sobre la importancia aproximada que tienen diversos temas en la Biblia y en la práctica, conversaciones y predicaciones reales en las iglesias:
Temas sobredimensionados por las iglesias denominacionales:
- – “Los últimos días” (escatología apocalíptica), de los que Cristo dice a los apóstoles que no les corresponde saber a ellos el día ni la hora: en la Biblia ocupa sobre un 2%, pero en las iglesias sería sobre el 25%.
– Las epístolas de Pablo: en la Biblia ocupan sobre un 12%, mientras que en las iglesias sería sobre el 25%. - – La homosexualidad: en la Biblia ocuparía digamos que un 0’05%, mientras que en las iglesias sería sobre un 2% (en cuanto a tema “público”, mucho más, sería uno de los temas estelares, prácticamente un 25%).
- – El aborto: en la Biblia sólo hay, como mucho, dos referencias, y no coinciden exactamente con lo que se suele decir en las iglesias, digamos pues que un 0’01%, mientras que en las iglesias son un 1 ó 2% (bastante más para la Iglesia Católica).
- – La eutanasia: en la Biblia no hay referencias explícitas que yo conozca, es decir, 0%, mientras que en las iglesias el tema puede ocupar un 0’5% (más en la católica o entre fundamentalistas). La eutanasia a la que normalmente se refiere el debate público son pocos casos (en principio) comparados a las 30.000 personas que mueren en el mundo de desnutrición diariamente y de las que las iglesias no hacen ningún tema recurrente (mosquito y camello).
Temas menospreciados por las iglesias:
- – El Evangelio: en la Biblia son hacia el 10%, pero es el corazón mismo de la Biblia cristiana, en las predicaciones de iglesias evangélicas no pasaría de un 5%. La práctica real del Evangelio por evangélicos sería aún más terrible, seguramente por eso lo predican tan poco, pues difícilmente suele haber personas tan antievangélicas como los líderes religiosos. En las iglesias evangélicas se suele menospreciar el mensaje del Cristo real y se exalta un misticismo abstracto falsamente cristocéntrico (mera verbalización de fe).
-( Dentro del Evangelio): las críticas radicales de Jesucristo a los fariseos-integristas y castas religiosas, tema destacado de la predicación de nuestro Mesías, que en las iglesias aparece muy edulcoradas y borrosas, precisamente porque suelen estar controladas por ese mismo tipo de clero con que Cristo se enfrentó frontalmente y que se unieron para matarlo. - – Los profetas: en la Biblia son por lo menos el 15% del texto, en las iglesias sería el 2 ó el 3%, y generalmente de manera más bién sesgada.
- – Por la justícia y contra la corrupción políticoreligiosa: tema de los importantes a lo largo de todo el mensaje bíblico, muy presente especialmente en profetas y en los Evangelios, en el debate a muerte de Cristo contra el integrismo religioso y las castas clericales de su tiempo. Tema 15% de resaltable en el texto bíblico, que en las iglesias es totalmente marginal, sería un 0’2%.
- – La misericordia: tema central en los profetas y en Jesucristo y también muy importante en las cartas apostólicas, hacia el 10%; pero para las iglesias la misericordia es como un 2% en el mejor de los casos. Hitler intentó eliminar la palabra “misericordia” de las Biblias. Muchos predicadores son sus herederos al no predicarla ni practicarla.
- – La prostitución: en la Biblia es un tema bastante recurrente, hacia el 2 ó 3%; pero las iglesias a penas lo tratan, un 0’05%..
- – La soberbia: La Biblia y los Padres de la Iglesia la consideran el principal pecado, origen de todos los demás, el pecado contra el Espíritu Santo. Es un tema que recorre la Biblia; pero las iglesias prácticamente lo omiten, porque muchos de sus líderes son ejemplo vivo de este pecado. «Fue el orgullo lo que convirtió ángeles en diablos; es la humildad lo que hace a los hombres como ángeles» (Agustín de Hipona, 354-430, Padre de la Iglesia y teólogo latinoafricano).
Reprensión a la desproporción:
Con estos ejemplos y contrastes podemos comprender por donde van las carencias, manipulaciones y pecados de las iglesias visibles y especialmente de sus líderes.
“A vosotros os conozco y sé que no tenéis dentro de vosotros el amor de Dios” (Evangelio según Juan 5:42, hacia 69-90 d. C.). «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis el Reino de los Cielos a los hombres! Porque ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que entrarían» «Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, que vais dando vueltas por mar y tierra para hacer un solo prosélito y, una vez convertido, le hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros» (Evangelio de Mateo). “Pero aquellos que, soberbios y engreídos por parecerles que poseen la más sublime doctrina, no atienden al Maestro quien les dice: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas; y aunque conocieron a Dios, no Lo glorificaron cómo le correspondía, ni le dan gracias; antes se envanecen con sus propios pensamientos, y su zafio corazón se cubre de tinieblas” (“Confesiones”, de Agustín de Hipona, 354-430, filósofo y teólogo latinoafricano).
La naturaleza humana caída, adámica, tiende a la comodidad, a la rutina y a hacerse un dios a la propia medida, pero tenemos que escrutar, estudiar y meditar las Escrituras si queremos amar a Dios, y ajustarnos más a lo que ellas dicen y no a lo que ciertos líderes y falsos hermanos “nos dicen que dicen”. El camino ancho que lleva a perdición es algo cómodo en principio, pero es abusar de la gracia barata. Todos nos podemos equivocar y todos pecamos, pero persistir indefinidamente en el error –y aún más justificarlo, defenderlo e imponerlo, lo cual no es sólo pecado sino molicie, soberbia y/o pecado contra el Espíritu Santo-, y en el mal sólo puede traer, aunque al principio no nos demos cuenta, consecuencias nefastas para nosotros mismos, para los demás y para nuestra relación con Dios.
Con estas prácticas, estas rutinas, estos tics se demuestra la degradación teológica y (anti)evangélica de las instituciones oficiales de la Cristiandad, de la opulenta y occidental al menos (que es la que conozco más directamente). Eso retrata hasta que punto la Cristiandad se ha ido degradando en la no-práctica de lo que dice predicar, en la hipocresía y en amoldarse al mundo y a los intereses creados, sin interés por la justicia ni por la verdad, llevando a cabo una simple reedición del fariseísmo.
«(La religión para el hombre extrínseco es) algo para utilizar, pero no para vivir. Y puede ser utilizada de diversas maneras: para mejorar el propio estado, para reforzar la confianza en sí mismo, para aumentar sus ingresos, para ganar amigos, poder o influencia» (G. W. Allport, 1963, «Behavioral science, religion and mental health». Journal of Religion and Health, 2, n. 3). Pero… «Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.» Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que eran amigos del dinero, y se burlaban de él” (Lucas 16: 12-13).
El mundo moderno es esencialmente irreligioso, en el sentido de poca preocupación real por la bondad según Dios. Eso puede parecer una afirmación extraña, dado el incremento de los grupos militantes de católicos integristas, musulmanes extremistas, protestantes “conservadores” y judíos ortodoxos.
Pero si examinamos las acciones, los simples y claros hechos, en vez de la retórica, de estos movimientos, encontramos que su propósito primario es reafirmar su dominio sobre los grupos subordinados, como por ejemplo minorias nacionales, lingüísticas o religiosas, secularistas, etc…
Sus hechos, su falta de misericordia, su voluntad de ignorar y discriminar, su falta de amor insultante, cierta tendencia a la calumnia y a la ley del embudo dicen lo que sus palabras quieren esconder.
Los hechos nos dejan ver los resultados prácticos y reales de lluvias de palabras y conceptos disfrazados de fraseología «piadosa», «ortodoxa» y fundamentalista. Son del Mundo y sirven al Mundo.
Todo lo contrario de 1ª Pedro 4:8: “Sobre todo, tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados”. Para el fundamentalismo, en realidad, el pecado es más importante que el amor y el Sabbath más importante que la gente. Es un Evangelio invertido, hábilmente manipulado por el diablo de la comodidad, la insensibilidad, la soberbia y la codicia.
Los autodenominados (a menudo abusiva y pretenciosamente) «evangélicos» también andan a veces muy desencaminados, pues «el Evangelio» no es la pura afirmación verbal de «entregarse a Cristo» sinó que es eso: el Evangelio. Para practicarlo. Pues las obras de misericordia, corazón del Evangelio, son justamente para lo que los «evangélicos» no suelen hacer: predicarlas y practicarlas. Pues confunden, manipulados, en el debate de «fe y obras», obras de la ley (reprobadas por las Escrituras pero punto central en tantos centros religiosos de reunión) con las obras de misericordia (con poca prensa en muchas “iglesias” pero centro del mismo Evangelio de Jesucristo, al que se atreven a decir que predican).
Sea anatema, porque es “otro evangelio” distinto y, en general, muy contrario al verdadero. Y, así, cualquier despertar espiritual en una sociedad cada vez más alejada de la fe, es imposible.
Las prostitutas y publicanos precederán en el Reino de los cielos a los religiosos profesionales que tuercen los caminos de toda la sociedad.