Archivo por días: 19 de octubre de 2016

Los Deseos de la Carne

LOS DESEOS DE LA CARNE

Los “deseos de la carne” pueden ser también la gula, la pereza, el orgullo o tantas otras. Y en todas ellas también se recoge lo que se siembra. Lo que me preocupa es que la mayoría de cristianos parece que siempre consideran que el centro de todo es el sexo (el “antisexo”, en este caso). Es como una obsesión algo estrambótica, pero cuando se vuelve simfonía y cuando el Vaticano pone alta megafonía (hace unos meses el Papa diciendo que no hay que usar condón, lo cual ya suena surrealista, pero ahí está, muy recientemente ha matizado algo la prohibición) es que algo muy grave está pasando en la Cristiandad.

Si la perversión sexual es antinatural, también lo es la obsesión antisexo o la obsesión persecutoria y discriminatoria contra formas de sexo. ¿Por qué no se cojen las cosas con más equilibrio y naturalidad?, no se trata de dar el visto bueno a cualquier cosa, pero tampoco de ser discos rayados.

Ni la sexualidad ni la desnudez, ni el cuerpo, ni lo material, ni el placer (ni siquiera el dinero), NO pueden ser malos en sí, pues son la creación (todo depende del uso que se haga, de los motivos o el contexto), y Salomón en el «Cantar de los Cantares» demuestra claramente que un creyente puede hablar de sexo de una manera nada mojigata (aunque por supuesto tenga una lectura espiritual alegórica, que es la fundamental), ¡y, además ser Palabra de Dios!

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– El transfondo:

Ya es sabido que para el clero, católico o protestante, los problemas de injusticia son prácticamente invisibles, mientras que todo lo que tiene que ver con el sexo es, según parece, «el pecado capital» por excelencia, cosa que no concuerda con lo que dice la Palabra, según la cual la soberbia es el pecado más peligroso, junto con otros como el amor al dinero (avaricia) o el ocultismo.

Lo más grave del asunto es que es fácil oler porque esos silencios cómplices: el poder constituido ha comprado con favores a las iglesias constituidas, organizadas según intereses humanos, y éstas, desobedeciendo al Señor, han callado y «han fortalecido las manos de los impios». Igual que en tiempos de los profetas.

La mentira es propia específicamente del diablo, y muchísimos cristianos que están dale que te pego con lo del sexo, mienten. Entonces ¿qué? La mentira pasa a ser un pecado «de segunda», puesto que casi ningún pastor habla de ella. No recuerdo haber oído nunca ningún sermón monotemático sobre la mentira, ni Wojtyla ni Ratzinger han ido nunca haciendo campaña contra los mentirosos (y todos sus peligros). Seguramente porque ellos mismos son también mentirosos.

En una encuesta salía que aprox. un tercio de los clérigos católicos son homosexuales y, entre no-viejos, solo poco más del 5% han sido estrictamente célibes según exige el legalismo oficial católico).

En conjunto resulta penoso y vergonzoso, todo este «show», que tiene más de escandaloso que de edificante. Y no digamos de engendros como la COPE, portavoz de la Conferencia Episcopal Española, donde su ya ex-estrella llegó a decir que España tenía que bombardear un hospital inglés en Gibraltar. Delirios del Anticristo metido en las «iglesias» mundanas. Es natural que el mundo acabe juzgando a las «iglesias», y eso es más que preocupante.

No estamos siendo fieles al mensaje evangélico, el «ejemplo» que se da es a menudo muy lamentable.

– El desastre social:

Mientras en las iglesias impera una gazmoñería monotemática y una mojigatería rígida, en el mundo las formas más extravagantes de desvario sexual y otros tipos de desvarios (¡hay tantos!) van cada día a más. Creo que con una actitud tan cerrada y también tan antibíblica en las iglesias, lo que provoca es un mayor libertinaje sexual y general en la sociedad. Ya de entrada es como si no hubiera ningún punto de contacto posible: la gente busca distraerse de sus agobios cotidianos y los cristianos parece que lo primero que buscan es juzgarles y prohibirles cosas. Los fariseos también estaban obsesionados con las prohibiciones, tenían listas de más de 300 cosas prohibidas que sólo ellos se sabían, por eso se consideraban «puros», apartados, que es el significado de la palabra «fariseo» (¡vaya tela, darselas de ser los más santos!). Naturalmente, el pueblo pobre («las ovejas sin pastor» de las que Cristo tenía misericordia) no se sabían el famoso listado y, por lo tanto, eran «pecadores» y «perdidos». Pero Cristo vino a por ellos, no a por los «puros», «santos», etc.

Me temo que la mayoría de cristianos no ha comprendido esto, prefieren cerrarse en sus templos y creerse los más santos. Reniego de esta actitud. La Iglesia no tiene que tener paredes, debe ir directamente a relacionarse con el mundo, con las ovejas sin pastor. No debe haber asalariados, ni tenemos que creernos los más santos, al revés, tenemos que tener un corazón penitente, porque somos pecadores, y hacer como el publicano, y no rezar como el fariseo.

No parece buen camino lo que se ve en bastantes iglesias y menos aún lo que hacen telepredicadores y alto clero.

No parece evangélica la mania monotemática del cristianismo oficial contra temas de escasa base bíblica. Lo que hay es una brutal desproporción que lleva a la esterilidad de las iglesias y a la decadencia en la sociedad. Y hay una ceguera espiritual que se niega a darse cuenta de ello porque en realidad se han hecho una Biblia y un Dios a la propia medida.

– Sentido autocrítico, contextualización

«Lo que hace santo al santo es que no pierde casi nunca la conciencia de ser un pecador. Y el pecado del diablo es el orgullo. El diablo es diablo porque se cree bueno» (Ramiro de Maeztu).

«El diablo -oh paradoja! – Es un puritano que se ha apartado de Dios (como tanto integrista musulmán, judío, católico o protestante, como tanto maestro de leyes que pone al hombre al servicio de las leyes y no las leyes al servicio del hombre, como tanto «integrista» del dinero, del poder o del placer). El diablo es alguien para quien Dios no es lo suficientemente serio, alguien que extiende la seriedad incluso más allá de donde debe, es un arco continuamente tensionado que nunca se dispara, es alguien que -y como humanos nos cuesta trabajo entenderlo pero podemos imaginarlo – nunca ríó» (The Screwtape Letters / Cartas del diablo a su sobrino, de Clive Staples Lewis, 1898-1963, novelista ex-ateo anglicano norirlandès).

– Sex(t)ocentrismo:

Por qué los fundamentalistas/integristas están siempre centrándose en el sexo y hablan tan poco de otros temas, mucho más importantes en la Biblia. No digo que no se hable de temas sexuales, lo unico que pido es que no los conviertan falsamente en «los temas morales y bíblicos» por excelencia, pues tal actitud es sencillamente una manipulación de la fe. Esas actitudes tan sesgadas dan mucho qué pensar de por qué todo va tan mal.

¿Creemos realmente en lo que dice la Biblia o la silenciamos en su mayor parte? Muchos creyentes viven en la pura rutina mental, en repeticiones y no se renuevan espiritualmente como nos pedía Pablo.

Los temas sexuales solo ocupan una parte relativamente limitada de todo lo que la Biblia expone, no se deben obviar ni descartar, pero NO SON LOS TEMAS CENTRALES, como parece que muchos cristianos, alocada u obcecadamente, pretenden.

Dios creó el sexo, no es nada malo, ni nada vergonzoso en sí. Estar siempre con este tema denota que algo no funciona bien en la psique y en la sexualidad de esas personas.

Para los fundamentalistas antisexo, siempre tan serios, legalistas e intolerantes (selectivamente), parece que no fue muy buena la idea de Dios de crearnos sexuados, ya que tantos problemas causa. No recuerdan que, tal como está escrito, «el amor cubrirá multitud de pecados». Ellos tienen siempre que ir con la ley en mano amenazando a la parte más débil, en vez de tener el coraje de denunciar, ya que tanto les va hablar de temas sexuales, los pecados mayoritaríos, que son heterosexuales. Pero como quizá son los suyos, pues nada, a meterse con los demás, con una minoría. Bonita táctica.

¿Se han dado cuenta de que la Biblia contiene seis advertencias para homosexuales por 362 para heterosexuales? Dicen ser «fieles a la Biblia», pero en realidad no guardan ninguna proporción temática lo que más se insiste en la Biblia con lo que más insisten estos religiosos fundamentalistas. ¿Recuerdan lo del mosquito y el camello?

¿Recordamos como rezaba el fariseo y el publicano? Recordemoslo siempre.

arrepentimiento

– ¿De qué habló Jesucristo?

Cristo habló del divorcio, de la lujuria y del adulterio y de la perversión moral de menores o indefensos. Pero sobre todo habló de misericordia, de amor por la gente perdida y débil, y atacó a los fariseos que se creían «puros» ritualmente. Pablo recuerda que «nadie será salvo por las obras de la Ley». Pero muchos que se llaman cristianos han vuelto hacia el legalismo farisaico.

De la fornicación habló de pasada, de la homosexualidad no habló, ni del aborto, ni de la eutanasia. Y además relativizó mucho a su familia y a su luego mitificada madre, poniendo por delante la Palabra de Dios. Por lo demás, recordemos que, escrito está: «Dios tendrá misericordia de los misericordiosos». «Ir y aprended: Misericordia quiero y no sacrificio…»